Parte 2
Entras al cuarto, cierras los ojos. Paras el tiempo.
El viento sopla, abres los ojos, dejas de existir.
“Por 5 segundos que el tocarte no fuera necesario
No tener que verte ni pensar en ti
Que por un momento, mis pulmones no dependieran de tus labios
Que no fuera tu mano la que me sujetara a seguir…”
Caes a un vacio puesto en tu conciencia, una piscina de un nivel, inundada de ideas. No solo nadas en ellas, vives ahí.
No deseas volverte actuante así que sigues visualizando todo.
Pausa…
Vuelves a cerrar los ojos. En tu conciencia, algún espacio debe ser abordado por la necesidad.
¿Qué necesitas? En este momento, no es aire. Tal vez ni siquiera sea vida.
Por un segundo que durará por siempre, solo lo necesitas a él.
Aprietas tus parpados. El alma te pesa, tu corazón se para.
Hoy no existes y probablemente mañana tampoco. ¿Irá a estar todo bien? Ya no llegará el “eventualmente” puesto a que pasas a ser parte de lo eterno y lo infinito. Formarás parte de lo etéreo…pero ahí no está él.
Tus mejillas se enfrían y tus lágrimas se congelan.
….díselo…grítalo….
¡TE QUIERO!
Pausa…
Abres los ojos, pronuncias su nombre, lloras un poco, apagas la luz.
Tu alma vive si su corazón late. Si aun puedes pronunciar su nombre. De lo contrario…
No existe religión alguna ni Dios mismo que pueda rescatar tu alma del limbo más oscuro al que caerías. Del que no podrías regresar jamás.
Lees su nombre en tus ojos. Aun cuando todo es penumbra, aun cuando vas dejando de ser tu.
Vives, mueres. El tiempo ya no existe así que todo cambia.
Es algo en su esencia, una sensación dulce cuando habla…una mirada que te enseña que en efecto existe Dios.
Si su mano decidiera tocarte. Si tus labios se atrevieran a hablarle…si tan solo tus ojos decidieran no decir nada más.
Lloras, ríes un poco. Todo regresa, te sientes aun en un plano inexistente…
Existes de nuevo, el viento sopla, haces correr el tiempo…prendes la luz.
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